domingo, 31 de agosto de 2014

LA ROJA SIEMPRE GANA

Festejo en el segundo gol de Independiente
Independiente volvió a ganar una nueva edición del clásico de Avellaneda, donde comenzó perdiendo frente a Racing pero en un envión animico logró darlo vuelta para festejar ahora, los 23 partidos de diferencia que tiene con su rival de toda la vida. 


En un clima fantástico, con un marco sensacional de gente, color y fiesta, volvía a disputarse el clásico de Avellaneda entre Independiente y Racing en  el Libertadores de América, solamente con público del equipo local que aportó lo suyo para que el equipo dirigido por Jorge Almirón pueda obtener la vigesimo tercer victoria sobre Racing y extienda su racha de ganarle como local.

En cuanto a lo futbolístico, el equipo jugó de la misma manera que lo hizo en los cuatro anteriores partidos: Mal. Sin juego asociado, malas decisiones a la hora de armar el equipo (Escudero terminó lesionado en Bahía Blanca y hoy fue titular), los jugadores apresurados a la hora de trasladar el balón, fueron postales del juego del equipo que no convenció, y que de haber sido otro el rival hoy podría haber otro cuestionamiento hacia el cuerpo técnico y jugadores. Pero la victoria de hoy da aire, tranquilidad para trabajar en la semana y alarga plazos que parecían cada vez mas cortos. Los clásicos se ganan como sea y eso no se cuestiona, son partidos especiales y siempre es bueno ganarlos, más aún sintiendo que el peso de lo que significa Independiente y la camiseta roja fueron determinantes para que esto suceda. 

En el primer tiempo del clásico, Independiente comenzó mas apresurado que su rival, con un esquema 3 - 4 - 1 - 2 con Gómez y Escudero en la línea de volantes acompañando a Bellocq y Mancuello, y metros más adelante se ubicó Daniel Montenegro, siendo asistidor de Lucero y Penco. Los defensores fueron los mismos que frente a Olimpo; Breitembruch, Tula y Víctor Cuesta.
El equipo dirigido por Jorge Almirón comenzó nervioso, con impresición en los pases y en ciertos jugadores como Sergio Escudero (quien luego se retiró lesionado e ingresó M. Vidal), pero el sector que más sufrió las embestidas del rival fue el derecho, ya que ni Gómez ni Breitembruch podían parar al habilidoso Ricardo Centurión. El primer suspiro estuvo en los pies de Federico Mancuello, intentando limpiar una jugada con un remate que se fue desviado por el palo derecho de Saja. Luego de este ataque rojo iba a llegar el primer gol del partido, en los pies de Diego Milito. Un cambio de frente de Pillud a Centurión, posterior gambeta frente a Breitembruch y Gómez derivada en centro y gol del príncipe para que el equipo visitante se eleve en el marcador. 

El estadio lleno de gente comenzaba a colmarse de paciencia y se escuchaban reproches a la forma en la que el equipo jugaba, sin ideas ni presición. De pelota parada llegaría el empate del rojo, cuando Franco Bellocq genera un tiro libre a favor (dudoso) y Federico Mancuello lo ejecuta al punto penal para que Sebastián Penco la empuje y comienze el delirio en el Libertadores de América. A partir del gol del empate, el rival no mostró reacción y la tromba roja se le vino con todo. Tal es así, que minutos después iba a llegar el gol de la ventaja, ya que en el lapso de un gol y otro Independiente creció y mereció claramente otro gol que iba a llegar en los pies del gestor del primero: Federico Mancuello.  Gran jugada colectiva que derivó en habilitación de Rolfi Montenegro, para que Mancuello se estire y empuje la pelota por encima del arquero Saja y genere un clima ya normal en el hincha. Festejo, alegría inmensurable y sensación de que todo está en orden nuevamente. 

Independiente se iba al entretiempo en medio de aplausos y cantos de aliento a sus jugadores, ganando el partido más determinante del campeonato y dejando en claro que en el barrio manda uno solo.

Ya en el complemento, Racing aspiraba al empate y por eso arriesgaba a un poco más, generando oportunidades desaprovechadas continuamente con Hauche, Centurión y algunos embates de Videla. Si bien no llegaron a ser chances claras, el rival tuvo mucho poder para tener el balón en la segunda parte y obligar a Independiente a refugiarse y salir de contra cuando encontraba espacios. Las chances del local fueron escasas también, un tiro libre de Mancuello al palo sumado a un contraataque de Penco y un cabezazo de Tula en el área. No mucho más de un segundo tiempo que fue muy disputado, que terminó con alguna que otra discusión entre los jugadores de cada equipo, y un final a pura alegría, cantos y festejos con el plantel que se mereció el triunfo por la actitud que dejaron en la cancha desde el minuto 0.


Escrito por Bruno Gomez - @brunoegomez

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